Muchas veces, he cometido el error de caer en la pluralidad
de las cosas sin pararme a pensar que las meticulosidades también tienen su
punto fuerte. Nunca me ha dado por deliberar en asuntos fáciles de resolver y
con sentido absoluto y concreto, siempre he preferido las cosas complejas y
difíciles de explicar, una mera manera de pasar el tiempo y querer jugar a ser
Dios. ¿Alguna vez alguien se ha parado a pensar en la era axial? A mí me ha
tocado hacerlo por pura obligación, pero se suele decir que no te puedes ir a
dormir sin aprender nada nuevo, pues bien, hoy ha sido mi día.
El judaísmo, se refiere a la religión más antigua de las monoteístas. Si esa religión se basa en las enseñanzas de unos pocos que escribieron un escrito (al cual pusieron el nombre tan cutre de Torá, o Pentateuco para los más retrasados y que tuvieron una mera educación religiosa obligatoria en el colegio), no se entiende por qué no debemos seguir algún escrito que encontremos por ahí y al cual le podamos dar un sentido religioso o “especial”; e incluso, simplemente, nos identifique con lo que en realidad queremos ser. ¿Por qué no seguir la vida según la marca Stephen King? Al menos él ha escrito más libros que los del Torá, por ejemplo. Es una idea favorable y un tanto alocada, vale, se puede aceptar esa sensación, ¿pero acaso la locura no forma parte también de la vida cotidiana que nos marcamos nosotros mismos? Yo no veo tan descabellada la idea de vivir mi vida como una novela de terror en la que el suspense juegue con mi paciencia y el subconsciente marque el ritmo acelerado de una apariencia metódica y sistemática; que al menos eso siga un orden, ya que si por mí fuese mandaba a la China a la coherencia y a todos sus allegados… Días de desorden mental, qué se le va a hacer.
No paro de pensar que el sincronismo que tienen el budismo y
el hinduismo, no se debe a nada más que sea un hombre un tanto rellenito y
calvo, con un piercing en medio de la frente o un moño muy bien hecho (las
veces que se le puede apreciar con pelo) de vez en cuando. Pues bien, se
comenta por ahí que este, nuestro amigo Siddhartha Gautamá (vuelvo a la explicarme concretamente para los cortitos, y es que hablo de nuestro gran amigo Buda), fue uno de los
reformadores que dio un impulso renovador en el ámbito religioso dhármico y lo
propagó más allá de las fronteras de la India transformándolo en una de las
grandes religiones del mundo, conocida por todos nosotros como el budismo.
Muchos personajes famosos sobreviven en el mundo del famoseo por curiosas
vanidades que les hacen invencibles ante nada y ante nadie (no voy a poner el
típico ejemplo de la rubia chinche que se cree princesa de todos y reina de
nadie, porque sería demasiado predecible) y luego se presenta un hombre bajito
de metro y medio sin un pelo de tonto que se supone dijo cuatro genialidades
que conectaron de chiripa con un público abierto y estructurado (y quién sabe
si regido por las situaciones que vivían por aquel entonces) y se los lleva a
todos por banda. Me encantaría haber sido así, aunque prefiero mantener mi
melena.
No, no es que me haya dado por meterme con la religiones ni
escuelas ascentrales (que podría seguir haciéndolo por el número tan extenso
que existe de todas ellas, pero eso supondría una mayor documentación de la que
me ha dado tiempo a empaparrme esta tarde). Hoy no quise que se quedase en una
estúpida idea de texto de desengaños amorosos ni penas comunes en los corazones
de adolescentes que lloran por las esquinas de casa mirando la foto de su lo
que quiera que fuese en su día… No, hoy me he dicho que tenía que ser poderosa
con la suerte que tengo de poder expresar lo que pienso con palabras uniformes
y conectadas entre sí por frases regias, pero sin que lleguen a tener el poder
que tenían las de Julio César en su día. No aspiro a tanto, ese placer se le ha
otorgado al inútil de Zapatero; miento, refirámonos mejor a sus mandados, los
cuales se les da de miedo escribir y no tienen ni pizca de moralidad ni de vergüenza
al escribir promesas que no se
cumplirán. En fin, ese tampoco es mi oficio, prefiero quedarme al margen de la
especulación y la opinión (que no privada pero en este caso rozaría con la
pública).
Prometo no volver a levantarme con el pie derecho y medio
acostarme con el izquierdo, la verdad es que eso no me sienta demasiado bien. Y
si son sandeces las que he expuesto hoy aquí, muy orgullosa de ello, tampoco
tengo nada que perder si alguien me dice que es feo o turbulento y que no tiene
ni pies ni cabeza, porque no lo pretendo. Al fin y al cabo nunca me gustó
arrepentirme de las cosas que había hecho, yo soy de las que roza lo masoquista
y prefiere arrepentirse de las cosas que no ha hecho. Esa soy yo, alguien que
no llega temprano ni llega tarde, porque prefiere la puntualidad extrema y las
cosas bien hechas. Hoy tocó hablar un poco de mí y de mis excentricidades,
quién sabe, a lo mejor mañana sorprendo con algo bonito y vuelvo a relatar tramas
o cuñas para este humilde blog, pero sin llegar a tener que ser un reportaje
completo sobre nada, llamémoslo un reportajeado; sí, por qué no.